LA HABANA QUE NOS ROBÓ EL CASTRISMO   Antes de 1959, La Habana era mucho más que una ciudad: era una de las capitales más modernas, prósperas y deslumbrantes de todo el continente. Una mezcla perfecta de tradición colonial, arquitectura majestuosa, modernidad vibrante y un ritmo cultural que no podía encontrarse en ninguna otra parte del Caribe.   Era la joya urbana de Latinoamérica, un destino obligado para artistas, empresarios, turistas y viajeros de medio mundo. Era la Habana que el castrismo nos robó.   Una ciudad moderna, luminosa y en constante crecimiento   A mediados del siglo XX, La Habana era una metrópolis en pleno auge, con indicadores económicos y sociales que destacaban en la región:   Una de las ciudades con mayor poder adquisitivo de América Latina.   Una infraestructura eléctrica y de transporte muy superior a la de la mayoría de las capitales latinoamericanas.   Avenidas amplias, bien mantenidas, iluminadas y llenas de comercio.   Un sistema hotelero pujante, con instalaciones de clase mundial como el Hotel Nacional, el Riviera, el Capri y el Habana Hilton, entonces el más grande y moderno de América Latina.   Una vida nocturna legendaria, con cabarets como el Tropicana, Sans Souci y el Montmartre, que atraían a estrellas internacionales.   Una arquitectura única, desde el barroco colonial hasta los rascacielos modernos del Vedado.   La ciudad combinaba elegancia y vanguardia, con sus autos del año circulando por avenidas impecables y edificios recién inaugurados que mostraban un futuro prometedor.   La Habana Vieja: una joya intacta   Previo a la Revolución, La Habana Vieja era uno de los centros históricos coloniales mejor conservados del hemisferio.   Sus plazas, palacios, iglesias, fortalezas y casonas eran orgullo nacional y atractivo turístico. Nada estaba en ruinas, nada estaba apuntalado, nada se caía.   Las postales de la época mostraban un casco histórico vivo, cuidado y respetado, no una zona de derrumbes en cadena como la que hoy conocemos.   El Vedado: símbolo del progreso y la modernidad   El Vedado era el espejo de una Habana que crecía sin freno. Sus rascacielos recién construidos, sus cines modernos, sus bancos, sus grandes hoteles y sus avenidas arboladas situaban a Cuba entre los países más adelantados del continente.   Calles como 23, L y Paseo eran espacios de una ciudad que miraba al futuro con optimismo y seguridad. Había teatro, música, cultura, negocios y oportunidades. Había prosperidad, elegancia y movimiento.   Una vida cultural vibrante y cosmopolita   La Habana pre-1959 era el epicentro cultural del Caribe. Músicos, actores, escritores y cineastas encontraban en la ciudad un escenario dinámico para crear y presentarse.   Los bares y clubes eran puntos de encuentro de artistas cubanos e internacionales, y el turismo llegaba atraído por la magia de una ciudad que nunca dormía.   Las revistas, los periódicos, los teatros y los cines llenaban de vida intelectual a una ciudad que respiraba arte.   Todo eso desapareció tras 1959   En solo unos años, el castrismo sumió a La Habana en el abandono, la miseria y el deterioro.   Los edificios comenzaron a caerse, la infraestructura se desplomó, el brillo cultural fue sustituido por propaganda, y una ciudad que era símbolo de vida se transformó en un monumento a la ruina.   Lo que fue orgullo continental hoy es víctima del derrumbe constante.   La Habana que existió antes de 1959 no fue un sueño ni un mito. Existió, brilló y se perdió. Y aunque la propaganda intente borrarla, la memoria de su esplendor sigue viva en fotos, en libros, en relatos… y en el corazón de cada cubano.   #LaHabanaAntesDel59 #LaHabanaQueNosRobaron #CubaAntesDelCastro #LaTijeraNews #CubaEnRuinas #MiHabana #HistoriaDeCuba #CubaLibre #VerdadSinCensura   © LaTijera